lunes, 20 de abril de 2020

Fausto Deganutti y el árbol interior

En estos tiempos de dura crisis debido a la pandemia del “covid19”, que tiene detenida la vida normal en todo el mundo: negocios, templos, plazas, parques, playas, sitios de recreación, escuelas, colegios, universidades, edificios del Estado, entre otros sitios que conforman el paisaje de las urbes, fueron clausurados como manera de combatir el contagio, y es adoptada la estrategia de “observar una distancia social”. 

Fausto Deganutti. Acuarela y tinta china sobre papel.

Esta contingencia ya esta cambiando al mundo, y se percibe cómo la naturaleza lo asimila -cuando debido a las restricciones del tránsito vehicular, sin tantos contaminantes como el humo benzínico y otros agresores al hábitat-, que las ciudades y poblaciones rurales quedan casi desiertos, así que, la fauna silvestre, aprovecha y emerge de su jungla, para rondar espacios antes prohibidos. Pienso que este último pensamiento es fundamental en arte: saber salir de nuestra jungla, la cual representa el taller donde se trabaja e investiga y se realiza cada proyecto; y ese gesto no hemos sabido interpretarlo a cabalidad.


Fausto Deganutti y el árbol interior

En otro plano de esta extraña realidad, incrementa la virtualidad: museos, galerías y muestras virtuales. La liturgia religiosa hoy se transmite por tv e internet. Las lecciones de las universidades se dan en la red; incrementa la comunicación virtual, pero al ser humano le hace falta algo, la conexión con la naturaleza con el árbol, y emprende el camino buscando ese gesto o signo que le empodere, y ejerza una influencia simbólica, que toca todo su sistema emocional, pero también espiritual.


Fausto Deganutti y el árbol interior

El árbol interior
En esa dinámica de las redes y la comunicación actual, me llegaron fotografías de un conjunto de pinturas del artista italiano Fausto Deaganutti, quien se empeña en caminar buscando un motivo de estímulo qué representar en su pintura. En arte, caminar es sinónimo de investigar, analizar, entretejer ideas, explorar, experimentar, explorar nuevos matices de la creatividad, en tanto mientras se camina se piensa, reflexiona, se cuestiona al interno de un estado de sí mismo, para finalmente encontrarse, como si se mirase al espejo donde su imagen es más pura, es más Fausto, el artista.


Fausto Deganutti y el árbol interior

Lo que encuentra es esencial, son trazos de enorme simpleza, y en el arte de estos tiempos actuales lo simple significa alcanzar lo bello, llegar y sumirse en una manifestación excelsa, sublime (y aquí evoco un pensamiento del poeta Rainer María Rilke: “Grado de belleza que el humano puede soportar”, en conexión con lo místico del alma enamorada de lo bello, estado que no se paga con ninguna riqueza, sino con el fruto mismo de esa investigación. En el caso del pintor italiano, el fruto es la pintura, un árbol que recrea en diversos lenguajes de la acuarela y la tinta china, y en ese trazo primigenio pero elocuente, ha sabido posicionare con diversidad de tratamientos.

Fausto Deganutti y el árbol interior

Fausto Deganutti y el árbol interior

Deganutti es un buscador del árbol, y para esta serie de pinturas en particular, pues su imaginario pictórico es muy amplio y aborda sendas donde el centro es el ser humano, traducido a un ejercicio de representación en los limites del Neoexpresionismo o el Informalismo donde hay referentes como Jean Fautrier, Jean Dobufet, Emilio Bedova, entre otros. Pero lo explorado hoy en día es a ese sujeto de la creación, columna vertebral de la vida, el cual nos infunde valor y eleva hasta alcanzar la dimensión del ser, donde irradia energía, pues encuentra aquella zarza ardiente en la cual el Creador Supremo selló con fuego las reglas del juego.





Quien busca a un árbol, es porque anda buscándose a si mismo, no se trata de una singular criatura del bosque o la montaña, es el árbol interior, lo que motiva a subirlo, pues cuando alcanzamos al ramaje más alto, el mundo se verá distinto, por ello en arte es fundamental hacerlo pues desde ahí, al mirar alrededor tendremos otra óptica, quizás mas simple pero esencial.


Fausto Deganutti y el árbol interior

Diría que, con dicho lenguaje de trazo simple, gesto suelto y desenfadado, juguetón, si se quiere, logra un abordaje de la pintura contemporánea que no se somete a aquellos encajes del ayer, pues conquista libertad movido por el viento pero sin que este lo arranque de la superficie, accionando esas copas arbóreas, temas de su intenso buscar.





Fausto Deganutti y el árbol interior

Se aprecian sujetos de ramaje seco, sin hojas, como se observan al finalizar el otoño y llegar el invierno, florecidos en la primavera y reverdecidos en verano. Esas cuatro estaciones son apreciadas en frondosos y adentros del bosque, en parques o jardines, en la ciudad -y, tal y como se dijo-, en el jardín interior que pueblan las memorias del individuo creativo, sus alegrías y celebraciones, también vicisitudes e incertidumbres de este tiempo tan intenso que nos ha tocado vivir.


Fausto Deganutti y el árbol interior

El artista intenta apropiarse de los caracteres formales, morfológicos del árbol, ramajes, hojas, troncos, sotobosques, raíces, para marcar lo vertical: el “Axis mundo”, que reúne el Universo, el arriba cósmico, con el abajo o supramundo, espacio o ruta donde moran los espíritus que suben y bajan por ese eje de la vida. Y en la horizontal marca lo transitorio, lo que se agita bajo la envergadura de la sombra, donde se gesta también mucha creatividad y es otro abordaje de lo simbólico de singular interés para el arte. 



Entonces, desde esta perspectiva filosófica el árbol es eje entre la vida y la muerte, vida en tanto que brota a pesar de ser talado, y muerte como instancia última donde el ser llega después de tantas vivencias y atravesar las contingencias del caminar. Como expresa Eugnio Trías, en “El Artista y la Ciudad”, 1998: “La muerte es horizonte trascendental que abre al sujeto a la trascendencia”.


Fausto Deganutti y el árbol interior

Al pie de cada cuadro el autor escribe un texto, una frase o verso de un poema que habla de esperanza, pues insiste en que siempre habrá un mañana, un renacer, un adentrar al bosque profundo donde hacerse uno con el árbol que nos cambiará. Son pensamientos del cotidiano, del hablar consigo mismo, con los suyos, o cuando dialoga con ese geniecillo travieso que habita entre los árboles, a quienes se les habla con palabras sencillas, como es su pintura.


Fausto Deganutti y el árbol interior

Fausto Deganutti estudio en la Academia de Bellas Artes de Venecia, además de ser un pintor de activo perfil e investigador de nuevos discursos y técnicas, en la actualidad dirige la Academia de Bellas Artes “Tiepolo”, de la ciudad de Udine, Italia.

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