La iconografía arbórea en la pintura es un abordaje presente en todos los períodos de la historia del arte -no es exclusivo de la actualidad-, pero pintarlos con pigmentos naturales a partir de tintes y técnicas ancestrales, utilizadas por los pueblos originarios de México, es un proyecto singular y preocupación contemporánea. Son experiencia e investigación para dominar el procedimiento y aportar al contenido, fundamento que nos aproxima a un artista oaxaqueño con experticia en esta singular zona del arte, Alejandro Martínez, quien cala su perfil en la producción artística mexicana, a partir de estos recursos encontrados en el medio y cultura de sus ancestros.
LFQ: ¿Por qué llamar a tu pintura, árboles grana?
Alejandro Martínez: Surge con la idea de aplicar a la pintura lo que aprendí al crecer cerca de mis padres, quienes me enseñaron a asumir nuestro compromiso con la naturaleza, al aprender y experimentar con la grana cochinilla pintando sobre papel o tela. Con este abordaje y técnica, me di a conocer en el medio cultural de Oaxaca y la República Mexicana.
Por el contexto en que vivo y como dije, pintar árboles representa el respeto que debo a mis padres, de esta manera les brindo un tributo, por las creencias que me inculcaron, las cuales son mi principal referente. Ellos me enseñaron a sembrar, cuidar y verlos crecer. Asumí esta experiencia y memoria que conforma, mi identidad, como bandera o discurso artístico propio.
GRANA y ÁRBOL en la pintura de Alejandro Martínez
¿Qué significa para usted, como oaxaqueño avistar hacia ese rasgo de su memoria originaria?
Trabajar con este tinte e insecto milenario que parasita el nopal, me lleva a situarme en un contexto en la historia, y en esta línea de tiempo, me percato que el tinte fue trabajado por nuestros ancestros mesoamericanos, y descubierto por los colonizadores.
En el momento de introducirlo en Europa, fue como el oro de América, el oro de México, un tesoro de todas estas tierras que les sorprendió, celebrando la brillantez del rojo carmín, el cual fue utilizado desde el siglo XVIII en el viejo continente y en México se conocía desde el siglo XVI.
Dentro de este contexto histórico, se me ubica como un representante mexicano-oaxaqueño que trabaja con un tinte milenario, y que tengo la capacidad de hacer todas las variantes tonales posibles.
¿Qué significado alberga la figura del árbol en su cultura, qué representa, a qué actividad cultural, social, creencia, es asociado dicho simbolismo?
Más que como referente de mis culturas -responde Alejandro-, es el respeto que tienen las comunidades por el árbol. Estos son grandes sabios que te transmiten conocimientos y se entabla una comunicación de carácter holístico; tu puedes transmitirle tu emocionalidad; si te sientes triste éste va ayudarte a descargar esa tristeza; cuando lo abrazas te sana. En Oaxaca existe el ejemplar con el tronco mas grueso del mundo, el famoso árbol de Tule.
También tratamos el tema del árbol de la vida, simbolismo muy representativo en México, en la parte del Bajío, zona central de la república; acá se habla mucho de esta representación del árbol genealógico que se genera en la cultura popular y tradiciones locales. Entonces, pintarlos, es hacer referencia al árbol de la vida, al árbol del conocimiento, a la memoria de nuestros padres; se trata de un abordaje muy noble, el cual me ha permitido tener una temática y un lenguaje para las artes plásticas.
¿Por qué esta figura en particular?, ¿para usted, qué significado le ofrece este ente de la naturaleza, para convertirlo en centro de su abordaje en el arte actual?
Alejandro: De acuerdo a lo que le comento, en el momento de hacer este tributo a mis padres, me recuerdo cuando tenía 6 o 7 años, y visitamos un terreno familiar, íbamos a sembrar arbolitos sin sospechar que llegaría a crecer tanto, y con el paso del tiempo se convertirían en arbustos o frutales. Toda esta remembranza de estar situado a esa edad y con ellos, trasciende en el momento de expresarlo en arte y en la manera como he evolucionado con la técnica de la grana cochinilla; motiva a quizás ponerle algún título que tenga que ver, por ejemplo, con el vestido de mi madre, o estar en una reunión familiar. Esta emocionalidad es fundamental al crear arte.
¿Cuál es el significado que da forma a la manera como los representas en la pintura? Una masa de follaje a veces compuesta por distintas texturas, representan la copa, y un tronco que a veces es corto u en otras largo, e incluso, aparece doble, ¿cargas con esto de un significado al tronco?
La nobleza de esta criatura de la naturaleza, como temática universal -comenta el artista-, cada quien ofrece un significado en el contexto, de acuerdo a las experiencias que cada uno tiene con ese ser; es un ser que transmite identificación y funciona como símbolo que abandera el trabajo personal. No siempre aparecerá su ícono como protagonista, pero aparecerá algo suyo, como la textura, que se vuelve un “leit motive” dentro del discurso o lenguaje de la forma.
¿En su trabajo creativo advierte algún significado en particular las raíces del árbol, que en ocasiones no las pinta? ¿Para usted significa arraigo o desarraigo?
Responde el artista: A mi me gusta pintar árboles con raíces, puede que algunos queden nada más con el intento, pero si me gusta trazarlos con suficientes, para hablar de la parte de los cimientos, y el aprendizaje de valores transmitidos por nuestros padres y ancestros, quedan fijadas ahí, desde la niñez. Algunos no las tienen, pero en su mayoría permanece la idea de marcar líneas que fijen al suelo, a la tierra, que representa que los árboles están bien parados y firmes sobre el suelo.
Respecto a los rigores técnicos con los tintes naturales, ¿cómo caracteriza el proceso? ¿Observa, en particular, algún ritual al prepararlos y pintar con ellos?
Sí -responde Martínez-, es volver al origen y reafirmar el valor de las raíces, pues a veces olvidamos esa herencia milenaria de preparar los tintes para pintar, y nos basta con ir a la tienda a comprarlos. Prepararlos es un proceso alquimista, requiere saber la saturación que va a tener el color en el momento de pintar.
Es parecido a trabajar con acuarela, pues se trabaja en base al agua, o al óleo, cuando se le agrega aceite linaza, aunque a veces intervienen otros ingredientes. Representa un proceso creativo, experimenté cinco años controlando resultados. Eso me dio la experiencia, la experticia es fundamental para trabajar en arte. Entonces, el ritual y significado es volver al origen, al tinte natural, a los tiempos originarios cuando manejaban estas técnicas.
¿Cuál es su retribución por esta temática y materialidad para sus pinturas y grabados? ¿Éxito comercial? ¿Cercanía y creencia suya en ese símbolo arbóreo como esperanza para la recuperación del planeta?
A estas interrogantes responde: Desde cuando empecé a pintar no imaginé el éxito comercial, pienso que ese bienestar viene por añadidura. Cuando tienes una explicación a lo que haces y posees un discurso de pertenencia, la obra no necesitas venderla, se vende por sí sola. El significado del sujeto temático es que hablar de vida, de amor a la naturaleza, y significa respeto, regarlo, no dañarlo, podarlo, lo inculcado por mis padres. Mi mensaje es el respeto y amor que siento por el árbol.
Volviendo a la técnica, cuando ese insecto de la cochinilla muere, permanece en sustancia y esencia representada en la obra, le estoy dando el protagonismo que merece. Sigue viviendo en un sujeto simbólico que crece, que merece respeto, y la cochinilla como insecto perdura en el tiempo, sigue pigmentando y su presencia es sensible en todas las exposiciones a que llegue mi obra.
¿Quiénes son sus referentes técnicos, conceptuales y de estilo? ¿A cuáles maestros del arte mexicano admira, y piensa en cada ocasión al empezar un cuadro?
La técnica, esa superposición de capas de manchas, de texturas, de materia a través de la grana, es una lectura del entorno, como expliqué, natural y cultural. Luego me motiva la pintura de Jacson Polloc, el expresionismo abstracto; ver la obra de Monet con la mancha. Van Goht, quien en muchas de sus obras tuvieron grana.
Reconozco como a grandes artistas a Rufino Tamayo, y a un abanderado del arte de investigar la técnica, al también oriundo de mi ciudad, Francisco Toledo, gran referente en apoyar a nuevos talentos. Yo mismo me acerqué a Toledo para hacerle preguntas muy significativas, y escucharlo hablar de la conservación del planeta, respeto por la naturaleza, la perspectiva de respeto y no contaminar la tierra usando materiales plásticos y sustancias agresivas para el ambiente.
¿Referencia el entorno donde se ubica su ciudad, Oaxaca? ¿Referencia a la cultura originaria?
Oaxaca se ubica al sur de la República mexicana, colinda con el Estado de Chiapas, fronterizo con Guatemala, la frontera norte de Mesoamérica. No tenemos raíces mayas,
Son la Mixteca en Mitla, y zapotecas en Monte Albán. Coexisten muchos lenguajes nativos y diversidad cultural en cuanto a arquitectura, textiles, gastronomía, danzas, impresionantes vestigios pre-hispánicos, sabores, olores, música. Como artista visual me abastece ese bagaje y sensibilidad para transmitir a las personas, proyectando el abanico intercultural que representa nuestro Estado de Juárez.
¿Qué le aporta la naturaleza que le rodea?
Tenemos una amplia diversidad de ecosistemas, desde lo boscoso al desierto. Diversidad que abandera importantes reservas ecológicas que por efecto de erosión surgieron vestigios de fósiles y flora marina. Es una riqueza del paisaje y naturaleza que seduce. A una hora de la ciudad tenemos un bosque endémico. Pero yo no copio el paisaje ni al árbol mirándolo en vivo o en fotografías, yo los contemplo, observo la luz, la sombra, su diversidad simbólica, luego trabajo, luego los pinto internándome en esos signos apreciados.
¿Le aporta en algo la tierra, la materia origen del planeta?
En la tierra crece el nopal, crece solo, va generando vida, obteniendo sustento de los mantos acuíferos. La grana cochinilla es conexión con la tierra. Conocer la tierra y saber qué nos da, y descubrir por qué debemos preservarla, y reconocer el respeto inculcado por nuestros antepados, es el suficiente testimonio de ese interés en el planeta, y en una cultura originaria y su herencia asimilada a lo largo de los siglos.
Ya para concluir con esta aproximación a la obra y al artista Alejandro Martínez, pregunto: ¿Le interesa el agro, le gustaría sembrar con lo que pinta? ¿Tiene algún significado para usted lo agrícola, y el acto de cultivar la tierra como proceso artístico o metodología creativa?
Responde: Yo no cultivo la grana cochinilla, la descubro cada vez que la uso, aprecio o racionalizo distintos procesos al utilizarla. Admiro el cultivo de ese insecto que parasita el nopal. Respeto la tradición que representa ante las culturas ancestrales y vernáculas, pero lo experimento, hago pruebas, constatar el nivel del ácido carmínico que posee el tinte.
Quizás si me interesa cultivarla, pero la labor del taller es infinita, nunca acaba.
Permanecen muchas otras preguntas, una entrevista a un individuo creativo sobre su práctica artística, jamás concluye, hay que dejarla abierta para que lleguen otros momentos, otras maneras de aproximarse a esa labor tan intensa del artista en su taller, en su entorno, entre las sombras de sus árboles que representan esperanza y proximidad al Edén buscado por todos en este otro paraíso en que vivimos.