Quien ama la naturaleza, sus criaturas, sus paisajes, montañas, cerros, ríos, piedras, árboles, pastos, arenas, arcillas, hojas, ramas, luminosidad, es portadora de una sabiduría que le catapulta a observar, posee una mirada analítica, taxonómica o sistematizadora, sintetizadora, pero que no pierde en nada su don o talento de la poesía, que no implica solo escribir, sino manifestarla en todo lo que haga.
Entonces, todo lo ve a través de ese cristal, es poética, lo cual no acaba durante una caminata a la montaña, a los campos, o las faldas del volcán Turrialba, como en este caso, porque termina con la cámara del celular o cualquier otro medio que le sirva para testimoniar esa mirada puesta en el entorno. Esa es su búsqueda creativa, su proceso de expresión y manifestación artística.
Anayansi Orozco es una artista en potencia, que está comenzando a descubrirse, aunque ya sabía que se detenía a observar en detalle una flor, a saber de sus periodos de floración y las distintas etapas de un brote, crecer, abrir y cerrar, pero también de atender a necesidades de luz, hidratación y ventilación.
Pero no se queda ahí, esta también el mundo animal y en particular esos bichitos que habitan entre el follaje de plantas y arbustos, en igual manera para fotografiarlos, analizarlos y/o potenciar una ruptura entre lo que sabe, su bagaje personal, y lo que deriva de ese experimento de conocer el mundo zoológico y botánico.
En el arte de ayer. el artista pintaba el paisaje, se interesaba por la luz, y su incidencia en los objetos, en la composición, en el encuadre y técnica, fuera impresionista, expresionistas, cubista, se interesaba en todo. Hoy en día busca acercarse a ese todo y detallar, más que eso, a interactuar con estos recursos como materia.
Entonces, esta artista juega entre esas dos focalizaciones del paisaje, lo exterior e interior, y en ese sentido, el paisaje interior es el que ella porta o lleva consigo misma todos los días, el suyo, el cual siente más la poesía, la musicalidad, la emocionalidad, la gracia de la vida. Y, es, finalmente, el que apreciamos en estas fotografías.
ResponderEliminarEl árbol que nace del regazo de la Pachamama, es un testigo milenario de la evolución de la humanidad, guarda en su genética, la historia de sus antepasados que culturas ancestrales les rendían pleitesía, hoy, la sensibilidad de la artista Anayanci Orozco, también les rinde un homenaje que queda captado en fotografías maravillosas que demuestran su gran sensibilidad. Formas originales, momentos especiales del día o detalles particulares, llenan nuestros ojos de esa poesía, como lo menciona el maestro Luis Fernando Quirós, que tiene su obra. Con gran calidad sus fotografías nos coloca como espectadores de árboles que nos transmiten sentimientos de muy variada índole como: soledad, amor, amistad o el esplendor que se yergue hacia ese universo arcano. Los árboles forman parte de un ecosistema y la artista, también no los recuerda con detalles de otros elementos que acompañan al árbol. Con gran placer, he disfrutado de esta muestra fotográfica, también muy bien guiada por Luis Fernando, termino con un poema de mi autoría alusivo:
El árbol con raíces en la historia
guarda muchos secretos milenarios
como aquellos inicios embrionarios
que dieron a la vida claridad.
Se yergue su dosel buscando al cielo
se carga de energía en la tormenta
exhala la esperanza que regenta
y logra hacer sentir su libertad.
Fabio Robles
Bravo maedtro poeta, bueno el comentario como que cada árbol te toco el alma, pero lo que más me gusta es el poema. Acordate que yo amo el árbol y que cada palabra siento que es como una raíz que penetra los nervios de mi carné,vy cada hoja hace mi piel.
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